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sábado, 31 de julio de 2010

Las cuatro.

Yo no quería que ese día dieran las cuatro de la tarde, yo deseaba entrar a la casa y verla por ahí como siempre, me sentía culpable de estar comprando dulces y caminando como sin nada cuando ella estaría ahí metida en esa reja mediana, yo ese día no quería en verdad, que dieran las cuatro de la tarde.

Me quedé sola con las niñas y...Y todo eso, y el reloj estaba sobre las tres y media, el sol estaba muy brilloso de un brilloso amarillento y blanco, pero yo seguía no queriendo que dieran las cuatro, me imaginaba en una sala de espera con sillones cafés y descosidos, platicando con alguien a quien, sabemos que nunca más volveremos a ver, así me sentía ese miércoles, diciendo: ''Si, no te preocupes me voy a portar bien, cuidaré a las niñas y todo eso'' Mientras movía los dedos de las manos en forma tonta e inútil.

Para ser sinceros, ese día no pensé en lo que suelo pensar casi siempre, tampoco pensé en ustedes ( yo sé a quienes me refiero) Aunque sabia que en la tarde iba a verlos y me dirían...''Uy lo lamento mucho''. Sólo miraba que ya eran las cuatro y la imaginaba muerta, yo espero que ella haya muerto cuando le dije que no me odiara, yo espero que haya muerto cuando vio que nos marchamos, yo espero que no haya vivido hasta las cuatro.

Dos meses después, yo llevaba una camisola de pana negra, con un pantalón de gamusina negro, con unos tenis morados, y de repente en una secuencia muy rápida, estaba otro como ella aquí dentro, nomás que era muy pequeño para saber las cosas...

Yo espero que ella no se haya enojado con nosotros...Aunque sé que aquí está.

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