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lunes, 17 de noviembre de 2008

Para la despedida...

Muy pronto nos cambiaremos de casa, se siente el cambio perecer entre ésta casona y las casas candidatas que se preparan entre piso de mosaico y paredes moradas, olvidando las casas de adobes abominables y de baños en el patio, olvidando así, las leyendas de las casas antiguas, esas de ahorcados en los techos, vacas muertas en los años de la revolución, norias profundas en algún cuarto, aparecidos de medio día, ancianos pasar, gente que después de tantos años se volvió familiar, gente de la cual sólo sé el nombre por que mi abuela un día me dijo y que a esa gente nunca le he hablado, ni me han hablado...Seguramente también sabrán quien soy.

Habrá que ir quitando poco a poco y rápidamente las fotos en las paredes rayadas por mi hija mayor, guardando ropa y juguetes, recuerdos de tardes musicales, noches abrigadoras, un verano embarazada, puerta abierta, callejón viejo y estrecho con risas de borrachos en las madrugadas otoñales.

De nuevo a una gran avenida color gris con gente que también me conoce, vecinos molestos, escandalosos, gestos de curiosidad...Yo que sé...Todo lo que implica cambiarse de casa, de gente, de calle, lo incierto de todo...Con muchas cajas llenas de cosas, ropa, recuerdos de otros tiempos, lamentos de siglos anteriores, gritos del presente...Sorpresas y más sorpresas, me hace falta una mesa de centro, y calcularé las distancias para acomodar los muebles...De nueva cuenta en terrenos desconocidos.

(Si, me hace falta una mesita de centro).

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