RSS

jueves, 5 de febrero de 2009

Carta 1.

A mi abuela:

A 5 de febrero del 2009.



Deberìa comenzar por el principio, por donde todo el mundo empieza para contar algo, pero la verdad es que ni siquiera sè por donde comenzar.

Todo pudo haber sido màs simple si usted hubiera tenido un poco màs de valor, menos de hipocresìa y algo de humanidad, pero las cosas se fueron poniendo poco a poco màs y màs densas, yo no tenìa la culpa de que usted no quisiera a mi mamà, ni tampoco tenìa la culpa de que ella por cualquier cosa, pensara que en su casa y al cuidado suyo, yo estarìa mejor, nunca entendì esa amargura que se traìa entre manos y entre palabras, y nunca entendì tantas cosas, yo no me olvido de las veces que por enseñarme algo me retgañaba a gritos, ni de las veces queme jaloneo, ni de las veces que les decìa a las otras personas que yo era muy malcriada, pero no lo contaba completo, y sòlo decìa lo que para usted era vàlido, nunca dijo que yo sòlo me defendìa de sus ataques, de sus humillaciones, de sus golpes, tampoco se me olvidan las cosas que hacìa, por cuidar a mi prima, a ella si la quiso por que era hija de su hija, la hija a la que usted màs querìa y màs ayudaba, y està bien, en el corazòn no se manda, lo que me enojaban eran sus mentiras, su afàn de ocultar lo inocultable, pero no escribo èsto con afàn de ofenderla, o molestarla, esos tiempos ya pasaron.

Cuando me hice grande, señorita, usted veìa a las chicas en la calle, y decìa que yo no era bonita, ni erstaba delgadita, por que simplemente siempre me comarò con todo el mundo, con mi prima esa, la que se caso con un petrolero que ganaba miles de pesos al mes, y que por ser rubia, delgaday tener ojos claros, ya era de su agrado, ademàs por su dinero, por los regalos que le daba, costosos y por ende onerosos, pero eso no era ni es ser feliz, pero que importa y que le digo, si usted nunca conociò la felicidad en toda su larga existencia.

La verdad no recuerdo ninguna cosa buerna que haya venido de su parte hacia mi, sòlo decirle que indirectamente me enseñò como no debìa ni debo ser com nis semejantes, a mi no me contagiò de sus prejuicios ni de sus tabuès ni de su ignorancia, nos faltò valor a las dos, por que yo cuando crecì muchas veces e dije que me hablara con la verdad, todo hubiera sido màs simple, tan simple como lo es vivir en paz.

Pero ya todo paso, y todo eso quedò atràs, y no importa, por que ya nada puede cambiar, sòlo le digo, que usted me hizo un gran daño, me causo dolor y por eso ahora me despido del dolor que me causo su presnecia en mi vida, por que estoy en mi derecho, en mi sano juicio, y por que soy libre.

Me despido de usted, y del dolor causado.

Atentamente:

Alejandra.

0 comentarios: