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domingo, 16 de agosto de 2009

El santo niño, el barrio, mi barrio.

Toda mi vida he vivido donde mismo, en el mismo barrio, con casi la misma gente, y con gente que ido conociendo paulatinamente.

A veces cuando miro fotos de Chihuahua siendo más joven, no me imagino que algunos edificios sigan iguales, pero hoy hablaremos de mi barrio...El santo niño.

Yo viví muchos años en la Privada de José María Marí, era un callejoncito algo estrecho, con casa de ambos lados y una cantina en la esquina, esa cantina era el punto de reunión de muchos borrachines de todas las epócas y de casi todos los tiempos, a menudo me encontraba billetes de 20 o 50 pesos tirados, a veces eran de 100 y hasta de 500, también muy seguido, algunos de esos clientes salían a arreglar sus diferencias afuera, pero contrario a lo que piensan, es un barrio ''finolis'' era residencial en sus tiempos y quien viviera en el Santo Niño, o era muy rico, o había tenido un golpe de suerte, con los años ésto fué cambiando, aunque se le sigue considerando al Santo Niño un buen lugar para vivir, ya no por ser opulente ( por que dejo de serlo) Si no por la tranquilidad de la gente que vive aquí.

Cuando era niña, me iba caminando a la escuela Vallina, ubicada en la calle corregidora y riva palacio, enfrente está una carnicería que se llama ''La calesa'' (la carera, debía llamarse). La colonia no ha cambiado tanto, ni siquiera las personas por que todos tiene su casa propia que sólo ha ido siendo modificada.

Nunca he salido de ésta colonia, a lo mejor por costumbre, a lo mejor por ese aire siniestro de las construcciones, a lo mejor por el olor a viejo de sus banquetas, a lo mejor por comodidad por que todo está cerca, me puedo ir a pie al centro y lo hemos hecho...A lo mejor por que el sol por las tardes se pone a coqueto y se disfraza de naranja, a lo mejor por muchas razones por que conozco las calles de memoria.

Cuando yo era niña, no había niños de mi edad en la privada de Marí, había jovencitos de secundaria, señoras con hijos ya grandes, señoras solas que poco a poco dejaban de bañarse, dejaban de vivir y que su único consuelo y distracción era salir al atardecer a la banqueta, y ver sólo la poca gente pasar.

Especialmente me gusta un punto, y ese es, la placita del Santo Niño, desde ahí, se ven los cerros llenos de focos, se ve gran parte del centro, cada domingo fijo mi vista en la ''Clínica del centro'' y siempre digo...''Mira Sora, allá está tu Dr.'' Y se ven los camiones por los puentes gemelos de la colón, del tamaño de e chupón de Leona o un poco más grandes, se ven los carros que pasan con el sol del domingo a medio caer, a medio fulminar, a medio conquistar a los inconquistables, la casa de mi papá se ve desde cualquier punto del centro, al ser de alto y al estar el centro tan cerca, se ve desde donde están las fuentes danzarinas, se puede apreciar una pequeña construcción color rosa, con ventanas que están abiertas, por que el ondeo pequeño de las cortinas se ve desde cualquier parte...Del centro.

Una vez me subí al piso 13 del congreso de la unión, cuando una amistad fugaz que tenía mi esposo trabaja ahí como secretaria de un diputado, me subí y desde una ventana alcancé a ver la alberca Santo Niño, con sus muros blancos y vidrios ahumados, alcancé a ver la placita del Santo Niño, con los múltiples arboles, por supuesto la casa de mi papá...Y haciendo un gran esfuerzo visual ( por que soy ciega como el topo moroco) pude ver el centro de convenciones y el tinaco blanco que está a un lado de ahí, enfrente, vivíamos nosotros, en ese departamento de juguete, parte de la colonia Santo Niño.

Ahora, vivo en la calle 27, con un callejon estrecho sin ser terregoso, todas las mañanas mi vista diaria es mi pequeño y fértil jardín lleno de plantas y zacate, con un ratón que se hace escurridizo pero que siempre termino espantando con mis gritos de vieja histérica, con esa lila que en poco tiempo volverá a estar desnuda, con ese barandal que dejo de ser blanco para ser azul rey, con los carros que pasan dando enfrenones los viernes y sábado, con los gritos de los niños de la alberca, con la camioneta de ''Doña cande'' siempre con los tapasoles brillosos...Siempre yo, siempre, aquí...Siempre el Santo Niño.

A veces no creo que haya llegado tan lejos, a veces cuando estoy en ese parque, viendo correr a Sora tras alguna paloma, luchando con una Leona de piel dorada e impidiendo que se baje y se ensucie los pies, recuerdo todo eso, todo lo demás, y como he crecido aún estando en la misma colonia...Pero ya no con la misma gente, si no con mi familia.

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