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domingo, 13 de septiembre de 2009

Un estrujón al corazón de una mamá.

Ser mamá es lo más maravilloso que se pueda ser, tiene cosas buenas, pero también cosas muy tristes...

Hoy, vino mi papá a vernos, nos vestimos y salimos a comprarle a Sora una ''leche rosa'' (de fresa), todo iba bien hasta que al pasar la calle, ella tropezó y cayó al pavimento, por suerte no venían autos, si no, ni siquiera me quiero imaginar que hubiera pasado.

Le salía sangre y no sabíamos de donde, aunado a un llanto que era de susto y de dolor, se pegó en su codo, que de por si ya estaba raspado, mi papá traía en brazos a Leona, fué un accidente.

La sangre era mucha, mi papá vive cerca del parque, sólo es cruzar la calle, pero ibamos por la banqueta, el camino hacia su casa me pareció largo, hasta que llegando, le lavó mi papá con un paño y vimos que sólo era la raspada, pero Sora no se calmaba seguía llorando, mi papá le enseñó un pajarito de pilas, que hace sonidos si uno aplaude, fue ahí cuando lanzó una sonrisa...

Entonces, los ojos se me llenaron de lágrimas, mi papá me miraba y sentado en la cama me dijo: ''Los hijos duelen mucho, los accidentes que les pasan, le duelen a uno en el corazón'' Mientras yo botaba sendos lagrimones y mientras Leona jugaba con un yoyo...

Hace unos minutos me llamó y me preguntó si ya se me había pasado la tristeza, le dije que si, pero la verdad es que, sigo con ese sinsabor, ella luego jugó y hasta le regaló mi papá un osito de peluche, ahora las dos niñas duermen tranquilas, con la ropa nueva que les dio su abuelito, abrazada de mi hija mayor, al osito de peluche café, que mi papá le ''prestó'' hace unas horas, pero a sabiendas de que no lo regresará.

El corazón ha cambiado demasido, se me ha hecho más tierno, y claro, ahora tengo el corazón de madre.

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