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miércoles, 4 de marzo de 2009

Afuera.

Que yo sepa hoy no es dìa feriado, ni hay puente, ni se celebra nada, ayer a èstas horas habìa gente en las calles, carros pasando, gente simplemente.

Ahora hay una quietud bastante rara que sòlo se ve o los domingos o los dìas festivos, no es comùn ver la calle que suele ser transitada tan aislada de todos en mièrcoles a las 3.32 de la tarde, en el callejòn no hay coches estacionados, ni pasan niños de la escuela, ni gente, hay un silencio algo extraño tanto en casa, como en el exterior.

El cielo està a medio caer, a medio nublar, a medio sol, por los desteñidos dibujos de la cortina que nos trajimos de la casa anterior se reflejan las sombras del àrbol que nunca ha dado limones, la lila ya se puso verde, a su lado hay flores amarillas, aunque el àrbol que se asoma desde mi casa y que està en algùn patio de la otra calle, se ve desnudo aùn, pero no tardaràn en ponerse y llenarse de hojas.

Hay veces que paso por la otra casa, por la privada, cuando cruzamos por ahì, siento que aùn vivimos en esa pequeña casita blanca con ventanas negras, siento que si me asomo ahì me voy a encontrar, con esa panza y mi hija tocàndola, con los muebles, siento que al voltear me verè sentada con la puerta abierta esperando a mi marido en las tardes, como en los dìas de calor, siento que me verè ahì, como yo era antes. Sin embargo no queda nada de esa casa que conocimos, luce desocupada, vacìa, oliendo a tierra y a trabajo de albañilerìa, con las puertas sucias, oscura, silenciosa.

Si, hay una quietud algo diferente hoy, es como si todas las cosas hubieran perdido la vida por un momento para recuperarla tiempo despuès, minutos despuès, horas despuès, lo que me hace recordar, que hace mucho no dormimos con las luces apagadas de toda la casa, desde hace tiempo dejamos una luz prendida, la que està cerca de la cocina, a veces veo a mis hijas muy chiquitas, a veces muy grandes, a veces siento como si no crecieran, otras veces...Dejo volar mucho, mucho, a la imaginaciòn.

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